William James

"Los seres humanos, al cambiar las actitudes internas de su mente, pudieran cambiar los aspectos externos de su vida"

viernes, 19 de abril de 2013

SI BAILA BIEN, ES BUENO PARA EL BUNGA BUNGA


El rumor se regó como pólvora, cuando todavía no se había inventado la pólvora. Todo empezó con la frustración de un Macho cavernícola por no poder aparearse. Las Hembras lo ignoraban porque preferían a un buen cazador, dejándolo sin otra opción que la de saciar sus bajos instintos con los dibujos porno de la pared de su cueva. Hasta que en una noche, como recurso desesperado, él inició el siguiente chisme: “Si un Macho cavernícola baila bien, es bueno para el bunga bunga”.
Esa vez, la tribu se había reunido junto a la tradicional fogata de los viernes para celebrar, al ritmo de los tambores, una abundante y variada cacería. Los talentosos cazadores eran las estrellas de la fiesta, danzando alrededor del fuego, mientras eran admirados por la deseosa mirada del sexo opuesto… hasta que el cavernícola frustrado dijo lo que dijo.

Los talentosos cazadores eran buenos tirando lanzas en busca de comida, pero, igualmente, eran torpes tirando pasos en la pista de baile, alimentando así la duda sobre qué tan buenos eran tirando en busca del placer. En cambio, el cavernícola frustrado era un excelente bailarín; también era bajito, barrigón, narizón y calvo en una época de la historia donde todos eran peludos… pero el rumor le dio valor a su sexy movimiento de cadera y lo llevó a bailar como un trompo, cuando todavía no se había inventado el trompo, hacia las camas de piedra de las Hembras cavernícolas.

Y el rumor fue tan poderoso que hoy día, millones de años después, permanece intacto.
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Ahora bien, si por un instante supusiéramos que las habilidades amatorias son directamente proporcionales a zapatear al ritmo de una canción, tendríamos que asumir que el bailarín que se cansa luego de unos cuantos pasos, ¿es un eyaculador precoz? Si danza sin parar, ¿es experto en sexo tántrico? Si no baila pero le gusta ver, ¿le encanta el porno? ¿Una actriz porno es a su vez una virtuosa bailarina? ¿Una comparsa equivale a un deleite secreto por las orgías?

El baile tiene muchos adeptos porque es una forma ‘legal’ de toquetear, para después intentar avanzar armónicamente hacia un beso que abra las puertas –más bien las piernas- del apareamiento. En condiciones normales, si un Macho humano trata de apretujar, arrimar, frotar y/o restregar su cuerpo contra el de una Hembra desconocida, sería denunciado ante la policía o sería acusado de ser un enfermo sexual; pero si lo hace al compás de unas notas musicales, no hay problema. Tampoco parece haber problema si lo hace al interior de un medio de transporte público, repleto de sudorosos pasajeros.

Cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo es una representación vertical del acto sexual. Habitualmente se baila en pareja, el Macho es quien lidera la faena, la Hembra simula que el Macho lidera la faena, se acercan, se alejan, siguen un ritmo y al menos uno de los dos queda satisfecho. A veces hay tríos y danzas grupales, los cuales solo suelen llegar a feliz término cuando son realizados por profesionales.

Sin embargo, como toda representación teatral, esta tiene algo de verdad y mucho de fantasía. Mucho de fantasía es creer que un ‘bluyineo’ musical es un buen indicio de un buen bunga bunga; tal como sería creer que un bajista, como es habilidoso con sus dedos, al tiempo es bueno tocando el bajo y abajo. Algo de verdad es que sí tiene que ver con el sexo, en la medida que es una estrategia de los buenos bailarines para lograr aparearse con más facilidad; así como los buenos panaderos aseguran que aquel que amasa bien, es bueno en el masaje erótico.

El rumor iniciado por el cavernícola bailarín ha sido transmitido por tantas generaciones que a muchos les parece verdad. Y sí fue verdad que su técnica danzarina exhibida en la fogata de los viernes, se vio reflejada en el bunga bunga con sus conquistas. La desinhibición que mostró en público, la quintuplicó en privado. Aunque su talento para abrir piernas no estaba evidenciado en sus movimientos, sino en su mente abierta. La falta de prejuicios sexuales fue su verdadero secreto y aquel bailarín que no lo entienda también será bueno en la cama, durmiendo en la cama.



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