William James

"Los seres humanos, al cambiar las actitudes internas de su mente, pudieran cambiar los aspectos externos de su vida"

martes, 16 de abril de 2013

LA MEJOR RAZÓN PARA SER LA OTRA.. POR LUCANO DIVINA


Ella es el plato de segunda mesa. Ella es la capilla que compite con la catedral. Ella es la sucursal que busca reemplazar a la oficina principal. Ella es la corista que sueña en convertirse en la voz líder. Ella es la virreina de la belleza que sonríe forzosamente, porque la reina se lleva todos los aplausos. Ella es la eterna actriz secundaria que se acostará con quien deba, para obtener el papel protagónico. Ella es La Otra.
La anterior, es la definición socialmente aceptada. Sin embargo, existe otra versión no tan difundida que nadie se atreve a presentarla en familia. Existe otra perspectiva muy querida, aunque mantenida en privado. Existe otra que simplemente es el Plan B. Ella es el Kama sutra que compite con la Biblia. Ella es una nueva marca que busca reemplazar lo pasado de moda. Ella es un plato exótico que rivaliza con la rutinaria comida casera. Ella es colágeno natural que reta a la crema antiarrugas. Ella es una película porno que desafía a un lento drama. Ella también es La Otra.

Es más fácil reconocerla por sus distintos aliases peyorativos tales como ‘amante’, ‘moza’, ‘querida’, ‘quitamaridos’, ‘rompehogares’, ‘canita al aire’, ‘refresco’, ‘segundo frente’, entre muchos otros. Aunque los Machos humanos, asimismo, la suelen llamar con apodos comunes tipo ‘amor’, ‘cariño’ o usando cualquier nombre masculino para no levantar sospecha.

Hay una resistencia pública por su mera existencia, también hay un masivo apoyo, en voz baja, por su sacrificio a favor de la institución del matrimonio. Lo primero ya lo saben, lo segundo lo sacaré a relucir en este escrito para que conozcan, Amigos de lo Salvaje, la razón de oro que todos piensan pero que nadie dice, para ser La Otra.
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El origen de La Otra se remonta en un trastorno físico degenerativo que, hasta el momento, no se le ha encontrado cura. Se trata de la peligrosa Enfermedad del Oro. Su contagio se produce en una Hembra humana, principal receptor de dicha afección, en el preciso instante que el dedo anular entra en contacto con un anillo de oro durante la ceremonia matrimonial. Desde ese fatídico día en adelante, al cuerpo de ella se le van sumando de manera irreversible kilos de más, arrugas de más y cantaleta de más. A su vez, le trae como efecto colateral unos fuertes dolores de cabeza que le impiden tener relaciones sexuales.

Y como el esposo prometió, ante cientos de testigos, que le sería fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad… le toca cumplir. No obstante, la palabra ‘fiel’ en el Diccionario de la Real Academia Española, tiene poco más de doce definiciones distintas. Esa evidente falta de claridad, lo excusa para que ignore esa palabrita y continúe dándole cumplimiento al resto de la promesa. Es decir, el Macho humano unido en sufrido matrimonio apoya a su esposa, hasta que la muerte los separe, en el padecimiento de la Enfermedad del Oro… y también ficha a otra Hembra humana para que auxilie a su esposa, en las tareas maritales que ya no puede o no quiere cumplir.

¿El hogar se rompe por el arribo de La Otra? No. Lo único que ocurre es una subcontratación de una proveedora externa de servicios sexuales. El hogar no se rompe, porque, en condiciones normales, la labor se lleva a cabo por contadas horas en otro lugar, y después el Macho humano se devuelve a su casa de siempre. ¿Es La Otra una quitamaridos? Tampoco. Ella es una compartemaridos. Sí es una quitadinero, pero sería una injusticia que su deliciosa faena no fuera remunerada.

La Otra, en realidad, es un tanque de oxígeno para un asfixiado matrimonio. Gracias a ella, la esposa logra dividir sus obligaciones en el hogar para que así se realicen todas. La esposa plancha las camisas de su marido; La Otra las arranca de un sopetón. La esposa hace el mercado, sin olvidar el chocolate líquido que tanto le encanta a su marido; La Otra se embadurna el cuerpo desnudo con ese chocolate líquido. La esposa no puede dormir por los ronquidos de su marido; La Otra hace todo lo imaginable en una cama, menos dormir.

Y al ver ambos trabajos contrapuestos, queda evidenciada la mejor razón para ser La Otra: ella se lleva la porción más sabrosa de la relación. Quejas sobre el trabajo, cuentas por pagar y bebés llorando en la madrugada son para la esposa; suspiros, gemidos y orgasmos son para La Otra. Suegra metiche, primos vagos y sobrinos maleducados son para la esposa; látigos, vibradores y fantasías sexuales son para La Otra.

Aunque también existe una contundente razón para NO ser La Otra: tarde o temprano, ella se confunde y querrá que la vida clandestina se vuelva pública… querrá ser ascendida al puesto de la esposa. Y eso, solo conduce a dos trágicos caminos: La Otra es cambiada por otra; o, efectivamente, logra su anhelado ascenso, se infecta con la Enfermedad del Oro y al Macho humano le toca buscarse una más joven y bella para el puesto vacante de La Otra.



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